Permitir a nuestros hijos aprender de la experiencia es esencial. La mayoría de nosotros hemos escuchado la frase “de los errores se aprende” que es muy cierto, puesto que cometer un error en el aprendizaje es una oportunidad de mejora fundamental.
El año escolar 2020 ha traído consigo que padres y madres participen activamente de la educación de sus hijos. En la educación presencial, las familias recibían un “producto terminado”; mientras que en la educación a distancia, las familias tienen la oportunidad de comprender y valorar el proceso de aprendizaje, puesto que ahora pueden notar la razón por la que el o la docente elige una actividad y cómo los estudiantes logran aprender. Son muchas las familias que comparten sobre esta experiencia con el departamento psicopedagógico, mencionando que, si bien ha sido un gran reto, también les ha traído mucha satisfacción compartir con sus hijos el proceso educativo.
En el documento “Educación virtual 2020”, el colegio ha facilitado información valiosa para acompañar a los estudiantes en esta etapa y, tal como se manifiesta en el, los profesores están realizando diferentes tipos de evaluaciones formativas, donde se va recogiendo evidencia de lo observado en clase y de las actividades resueltas. Pero ¿qué sucede cuando un estudiante no resuelve las actividades por sí solo? Los profesores reciben actividades realizadas de manera óptima, pero es incierto para ellos cómo fue el proceso de elaboración de las mismas en cada estudiante.
En este camino donde todos estamos aprendiendo una nueva forma de educar, algunas familias nos confiesan que en determinadas situaciones se han visto en la necesidad de resolver algunas actividades por sus hijos, brindándoles la respuesta correcta cuando son llamados a participar, o resolviendo la tarea para evitar discusiones en casa. También nos manifiestan frustración, preocupación o dificultad por apoyar a su hijo o hija a permanecer atento a la clase, no distraerse y que responda de forma adecuada.
Si bien en principio brindar ayuda a nuestros hijos es una acción valorada como positiva, ello puede limitar su desarrollo, dado que eliminamos la posibilidad de que el estudiante realice la pregunta o pida el apoyo al docente. Al realizar estas importantes acciones, los estudiantes desarrollan el lenguaje, consolidan la comunicación asertiva e identifican sus propias necesidades, y cuando el entorno no le brinda la solución, se fomenta la resolución de problemas y creatividad en cada uno. Por otro lado, cuando nos equivocamos, sentimos frustración de no conseguir lo que deseábamos y es así como el cerebro almacena en la memoria la forma correcta de actuar para evitar este sentimiento.
Muchas veces, caemos en el error de creer que nuestra forma de aprender es la única o la mejor opción. No obstante, si bien es bueno revisar nuestras experiencias para apoyar a nuestros hijos e hijas, también es importante permitirnos conocer sus nuevas formas y ver cuánto podemos aprender también de ellos y ellas.
La evaluación a distancia se basa en la retroalimentación. Por ello, es muy importante evidenciar los errores y observar la manera natural como nuestros hijos se desenvuelven frente a ellos. Si intervenimos constantemente y no dejamos que se equivoquen, no se consolidará el aprendizaje, y por el contrario, se aprenderá que una persona externa es quien va a definir la forma de proceder en las tareas, dejando de lado la capacidad de logro que queremos fomentar en nuestros estudiantes.
Depto. Psicopedagógico Hans Christian Andersen
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