Este año, la tecnología aumentó exponencialmente su importancia y uso en nuestros hogares. Es el entorno en el que trabajamos y en el que nuestros hijos e hijas pueden continuar con sus estudios escolares. Es, también, la herramienta que nos permite seguir en contacto con nuestros seres queridos, cuidándonos y manteniendo las distancias físicas. El 2020 ha significado una adaptación obligatoria, a pasos agigantados, de parte de todos y todas a la virtualidad.
Pero, ¿qué implica convivir en este nuevo entorno? ¿Es acaso muy diferente a la realidad física del día a día a la que estábamos acostumbrados? ¿Existen normas sociales que debemos seguir dentro de este nuevo espacio de interacción? Reflexionemos juntos al respecto.
La ciudadanía digital consiste en un conjunto de criterios que guían nuestras decisiones en línea, garantizando así una convivencia adecuada, ética y segura. Implica conocer cómo proteger nuestra imagen y privacidad en Internet, cómo comunicarnos con otras personas en cada medio digital, la importancia de respetar la autoría de alguien cuando publica un contenido en la web, así como también comprender qué actividades puedo y debo realizar de acuerdo a los valores que guían mi actuar.
Una ciudadanía digital responsable implica hacer uso adecuado de las redes sociales. Durante los últimos años, plataformas como Facebook, Whatsapp, Instagram, Twitter, TikTok, entre otras, se han convertido en un espacio abierto para compartir información escrita y audiovisual. Colocamos datos personales y compartimos aquello que queremos que las otras personas vean de nosotros. De igual manera, nos sentimos en la libertad de opinar acerca de lo que encontramos allí, ya sea sobre otras personas o situaciones. Si bien estas redes representan un espacio de encuentro, el ubicarse detrás de una pantalla puede reducir la percepción de responsabilidad que tenemos sobre nuestros actos.
Por ejemplo, si nos trasladamos a un entorno escolar, podemos encontrar que, de repente, un estudiante no desee tener su cámara encendida durante la clase virtual porque sus compañeros pueden tomar una foto y luego compartirla con otras personas a modo de “sticker” o “meme”. O, tal vez, que un estudiante oculte su identidad para enviar un mensaje con vocabulario inadecuado a un compañero porque lo considera “gracioso”. Por ello, es fundamental guiar a los niños, niñas y adolescentes sobre la importancia de mantener en este nuevo espacio de interacción los mismos valores y principios que se les han inculcado previamente, tanto en casa como en el colegio. Que sea “virtual” no significa que no sea real.
Por otro lado, el mundo digital es un entorno que invita a la multitarea. Es probable que varios de nosotros, en algún momento, hayamos intentado redactar un documento mientras escuchábamos música, o tal vez ver un video mientras atendíamos una llamada telefónica. Sin duda, poder hacer uso simultáneo de los aparatos electrónicos es una ventaja que nos permite realizar varias actividades a la vez, pero eso no significa que podamos realizarlas con el mismo porcentaje de efectividad, ni tampoco que nuestra atención esté dirigida de la manera más óptima a la actividad central.
Esto se repite en el contexto escolar. Nuestros hijos e hijas están acostumbrados a la multitarea. Por algún motivo, existe la creencia de que si se realizan más actividades a la vez, “se gana tiempo”. Pero, ¿qué tan cierto es esto? Puede que en ocasiones inclusive nos tome mucho más trabajo. Es así que podríamos encontrar estudiantes que juegan videojuegos o ven videos en Youtube, Netflix o Twitch, o que conversan por Whatsapp o Discord mientras están presentes en su sesión de clase virtual. En consecuencia, podemos obtener usuarios conectados a la videollamada de clase; pero los estudiantes se encuentran ausentes en cuanto a conexión real con los contenidos del curso, con sus maestros y con sus compañeros. Este es uno de los grandes retos de la educación virtual, en donde confluyen tanto el ingenio del docente como la capacidad del estudiante para posponer las otras actividades gratificantes por decisión propia, siendo esta última una tarea muy compleja en tiempos caracterizados por la necesidad de inmediatez.
Educar a los niños, niñas y adolescentes en ciudadanía digital es una tarea conjunta de casa y colegio. La coyuntura actual abrió paso a la virtualidad como el nuevo entorno en el cual nos desempeñamos en el día a día, generando así una gran oportunidad para preparar a nuestros hijos e hijas en la adquisición de nuevas habilidades y herramientas tecnológicas. Permitamos, entonces, que nuestros hijas e hijos sean mejores ciudadanos del futuro en el gran mundo digital que nos espera de aquí en adelante.
Por: Dpto. Psicopedagógico
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